Imprecisión e indisciplina en la cocina

Sirve en un vaso lo que queda de un Côtes du Rhône, enciende el televisor sin poner el volumen y empieza a pelar y a cortar tres cebollas. Le impacientan las capas exteriores, tan finas como el papel, y hace una incisión profunda, hunde el pulgar cuatro capas más adentro y las desgarra, desperdiciando una tercera parte de la pulpa. Pica la restante rápidamente y la echa en una cazuela con abundante aceite de oliva. Lo que le gusta de cocinar es la imprecisión e indisciplina relativas del acto: un descanso de las exigencias del quirófano. En cocina, las consecuencias de un fracaso son leves: decepción, una brizna de vergüenza, rara vez confesada. No se muere nadie. Pela y pica ochos dientes gordos de ajo y los añade a las cebollas. De las recetas extrae solamente los principios más generales. Los escritores culinarios que admira hablan de “puñados” y de “unas gotas”, de “agregar” esto o lo otro. Enumeran ingredientes alternativos y aplauden los experimentos. Henry acepta que nunca será un cocinero decente, que pertenece a lo que Rosalind llama la escuela entusiasta. Vierte en la palma de la mano varias guindillas de un frasco, las aplasta entre las manos y esparce las escamas y semillas sobre las cebollas y los ajos. […]

Sábado de Ian McEwan (traducción de Jaime Zulaika).

Tabulé

Ingredientes para el tabulé:

  • 200 ml. de sémola de couscous
  • 1 pepino
  • 1 tomate grande
  • 1/2 cebolla
  • Un puñado de pasas
  • Olivas negras
  • Sal, aceite, limón, hierbabuena fresca o seca, comino molido, canela y pimienta negra
  • Cúrcuma o Ras-el-hanout (mezcla de especias árabe)
Para 2 personas
Dificultad: Baja
Tiempo de preparación: 15 minutos
Tiempo de cocción: 2-3 minutos

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Sobre el apetito

De modo que el tío Pepin se instaló en un pequeño apartamento subterráneo, y sí, sí, vino una nueva época: mi padre empezó a dedicarse al huerto, y con el trabajo diferente él también fue cambiando: él que siempre había bebido únicamente café y una pequeña rebanada para mojar, empezó a devorar y a comer carne, beber cerveza, él que no podía ni oler la cebolla, ahora la adoraba. Y con la alimentación cambiada la voz se le volvió más fuerte, a veces gritaba y se enfadaba y eso le abría el apetito, cuando matábamos el cerdo, mi padre se daba un atracón, dejaba temblando la fuente de la sopa de cerdo y de las morcillas y los pies de cerdo y salchichas con pimienta, lo zampaba todo con pan y lo acompañaba con cerveza. En cambio el tío Pepin, que siempre había comido como un tudesco, seis platos o más, y bebía todo lo que le ponían delante, desde que no trabajaba pedía sólo un vasito de café con leche o café solo para la comida, con una rebanada de pan a palo seco. “Qué le vamos a hacer, cuñada”, decía, “cuando uno no trabaja, no tiene apetito”.

La pequeña ciudad donde el tiempo se detuvo, de Bohumil Hrabal.

Mondongo viudo

Ingredientes para el mondongo viudo:

  • 120 gr. de garbanzos secos (o un bote pequeño si son cocidos)
  • Un puñado de arroz o de arroz integral
  • 1 diente de ajo
  • 1 patata mediana
  • 1 tomate
  • 1 cebolla
  • Pimentón dulce, hierbabuena fresca o seca
  • 1 zanahoria opcional
  • aceite, sal, colorante
Para 2 personas
Dificultad: Baja
Tiempo de preparación: 25 minutos
Tiempo de cocción: 20 minutos

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Duelo gastronómico

Montalbano se quitó el chaquetón y eligió la mesa que estaba más cerca de la estufa de leña. Pasados cinco minutos, en vista de que el hombre seguía encandilado con la película, el comisario se levantó, fue al aparador, cogió una cestita con pan y una botella de vino y volvió a su sitio. Pasaron diez minutos más y, finalmente, apareció en la pantalla “Fin de la primera parte”. Filippo se transformó de estatua en ser vivo. Se acercó a la mesa y preguntó:

– ¿Qué quiere comer?
– Me han dicho que hace muy bien el pulpo a la napolitana.
– Le dijeron bien.
– Desearía probarlo.
– ¿Quiere probarlo o comerlo?
– Comerlo. ¿Lo hace con aceitunas de Gaeta?

Las aceitunas negras de Gaeta son fundamentales en el pulpo a la napolitana.
Filippo lo miró indignado por la pregunta.

– Claro. Y también con alcaparras.

¡Ay! ?sa era una novedad que podía ser peligrosa: nunca había oído hablar de alcaparras en los pulpos a la napolitana.

– Alcaparritas de Pantelleria -precisó Filippo.

Las dudas de Montalbano se desvanecieron a medias: las alcaparras de Pantelleria, agrias y extraordinariamente sabrosas, quizás iban bien o, en el peor de los casos, no estropearían el guiso.

Antes de dirigirse a la cocina, Filippo miró al comisario a los ojos y éste recogió el guante del desafío. Estaba claro que entre los dos se había establecido un duelo. A quien no entienda de cocina, el hecho le puede parecer sorprendente: ¿qué se necesita para hacer un par de pulpos a la napolitana? Ajo, aceite, tomate, sal, pimienta, piñones, aceitunas negras de Gaeta, sultanitas, perejil y rodajitas de pan tostado: ésta es la combinación. Sí. ¿Y las proporciones? ¿Te ha de guiar el instinto para que a una cierta cantidad de sal le corresponda una dosis precisa de ajo?

Del relato: “Lo que contó Aulo Gelio”, en Un mes con Montalbano, de Andrea Camilleri.

Couscous de cordero con pasas

Ingredientes para el couscous de cordero con pasas:

  • 1 cebolla grande
  • 4 trozos de pierna de cordero
  • 2 cucharadas soperas de pasas sin pepitas o ciruelas sin hueso
  • 2 cucharadas soperas de almendras peladas
  • 500 gr. de sémola de couscous
  • especias (ras-el-hanout, canela, pimienta)
  • mantequilla, sal
  • miel
Para 4 personas
Dificultad: Baja
Tiempo de preparación: 15 minutos
Tiempo de cocción: 10-15 minutos

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